lunes, 20 de julio de 2015

Semilla


La creación, es como una semilla. Algo pequeño y contenido dentro de sí mismo hasta que finalmente se expande, rompe su cascarón y conoce el mundo más allá de los límites que le protegían antes de la concepción. 

Siguiendo estos conceptos, la evolución humana que se había encontrado estancada dentro de su propio mundo, ideó un nuevo método de crecimiento. La expansión a las estrellas era posible, pero los recursos necesarios y la ingenuidad requerida para completar tal empresa, superaba en creces el peso de la tarea. Fue en ese momento cuando se observó la posibilidad de expansión desde adentro hacia afuera. 

Como una flor, que lucha para poder nacer rompiendo las paredes de su semilla, para finalmente abrirse paso por la tierra hasta alcanzar los primeros rayos de sol. ¿Cómo sabe la flor en que dirección crecer? ¿Siente el calor del sol a través de las capaz de tierra?

Fue aquí, cuando la ingenuidad llevó a un concepto extraño e inusual. Algo que todos contemplamos alguna vez, pero que nunca tomamos con seriedad ya que sonaba a una locura que solo las manos de Dios podría moldear. Pero fue un hombre el que dijo: ¿Y si el mundo como lo conocemos, mirase hacia adentro? ¿Si nuestra evolución estuviese contenida como el capullo de un lirio de agua? ¿Y si creciésemos alrededor del sol, pero no girando en el universo, sino montados y conteniendo una estrella hasta su máxima evolución?

De esta forma, el universo ganó otra dimensión. Y aunque los preparativos llevaron milenios, y la prueba y error parecía no llevar a ningún lado. Eventualmente se pudo contemplar algo nuevo nacido de un sueño de locura. 

Las primeras colonias espaciales, se crearon alrededor de estrellas. Plataformas que se unían unas con otras, continentes nuevos que se erigieron entorno a estrellas recién nacidas, y que a distancia cuidadosa de estas fuerzas de luz, se alimentaban de aquella luz que daba vida. Nuevos mundos fueron creados. Semillas que encerraban calor estelar dentro de sí. 

La galaxia se expandió, y los seres humanos contemplaron como sus semillas envolvían a toda la galaxia. Encerrando mundos nuevos, y abriéndose a universos nuevos. Posibilidades infinitas. 

Y cuando una estrella moría, estas semillas colapsaban, los huevos se habrían y eran absorbidos por los agujeros negros. El humano migraba de semilla a semilla. Todo con tal de perpetuar su existencia. 

Había un gran simbolismo en la muerte de una estrella. Ya que la semilla colapsaba en sí misma, dejando atrás un hueco en el universo el cual contemplaba todo cuando la vida creaba. Y tal vez, al seguir estos portales, se llegaría a otro paso evolutivo. 

Pero esos eran experimentos que tardarían en llegar. 


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