miércoles, 22 de julio de 2015

Jardín de Música



La paloma se movió con cautela, gateando cuidadosamente por las rampas que conectaban los estratos más elevados de los nidos. El eco de algo que no podía identificar llenaba el aire, algo agradable que no sabía que era ni porqué llenaba sus ojos de agua.

Sus pies heridos envueltos en vendas, se movieron cuidadosamente entre las plantas que rodeaban los puentes. Varios nidos se encontraban conectados, y aunque no podía ver a ningún buitre, seguramente había trampas rodeando el lugar. Pero aún sabiendo del peligro al que se exponía, la pequeña siguió avanzando con aire decidido.

La noche anterior su nido había sido atacado por buitres, y ahora quedaba sólo ella. Sus opciones eran limitadas, y aunque no sentía pena por la perdida, se sentía algo cansada. Aquél sonido era agradable, y nunca antes lo había percibido. Su antiguo nido quedaba lejos.

Finalmente llegó a una pequeña rampa de madera que llevaba a pisos más elevados, y siguiendo el sonido avanzó con cautela. No había detectado trampas, por lo que no estaba segura de qué era lo que pasaba. Seguramente ese sonido sería una emboscada, sin embargo sus opciones eran limitadas.

En cuclillas avanzó hasta quedar bajo un hueco, y con su cuchillo en mano, se asomó para observar. La apertura era lo suficientemente amplia como para que un adulto entrase sin problemas y del otro lado se observaba una larga galería techada. En el suelo, con ojos cerrados y envuelta en harapos, se encontraba una urraca que abrazaba un objeto extraño.

La paloma frunció el ceño, sin comprender porqué una urraca acariciaría un objeto como si se tratase de su pichón. No obstante, aquél objeto parecía cantar con cada caricia de la urraca. ¿Qué era aquella cosa? ¿Estaba viva?

Distraída como se encontraba, no sintió la presencia detrás de ella hasta que fue muy tarde. Una mano tomó su muñeca, quitándole el cuchillo, y otra mano más fuerte le tomó por la nuca, reduciendo toda posibilidad de resistencia. Se quejó sin poder evitarlo, y el eco del objeto se detuvo, interrumpido tan abruptamente que sonó molesto.

-¿Visitas? –Llamó la urraca, su voz un tanto gastada por los años.

-Una paloma perdida. –Respondió una voz masculina que correspondía a las manos que ahora la sostenían. La paloma se quejó, sacudiéndose, pero aún así no dijo palabra. –Creo que tu canción la llamó.

-No seas cruel Luthier. Tráela. –Ordenó la urraca. Y la paloma se sintió arrastrada por el cuervo. La paloma había elegido el peor nido posible para aterrizar.

-Es una suerte que la encontré yo, y no alguno de los otros. Sabes que son sobreprotectores. –Comentó el cuervo con un suspiro. Dejó a la paloma caer frente a la urraca, y la pequeña miró a su contraparte con desconfianza.

-Dime pequeña, ¿qué te trajo hasta aquí? –Preguntó la urraca con mirada calma y sonrisa suave. La paloma desvió los ojos momentáneamente al objeto en las manos de la urraca, pero no dijo nada. La mayor, notó la mirada y sonrió, inclinó el objeto hacia la mejor y levemente dejó un pulgar acariciar uno de los cables del objeto. Un leve sonido invadió el aire, y la paloma abrió los ojos como platos. Se encontraba maravillada, pero no estaba inclinada a expresarse. –¿Será que te llamó la canción?

La paloma le observó sin comprender, frunciendo el ceño y mirándola con insistencia. Sus labios formaron una línea tensa y observó de reojo como otros pájaros llenaban la galería.

-¿Otro pájaro siguió la canción? –Preguntó una grulla que caminaba elegantemente. En su espalda colgaba un objeto similar al que estaba en las manos de la urraca. –¿No se trata de una de las palomas? ¿No fueron atacadas anoche?

-Los buitres arrasaron con todo. –Respondió un águila mientras alzaba los hombros. –Esta paloma voló lejos hasta llegar aquí.

-Arpegio, eso fue suficiente. Muestra consideración. –Dijo el Cuervo, quién caminó a la sala e hizo un gesto para que le siguiesen. –Hay buitres rondando, así que esta es una oportunidad perfecta para hacer cuerdas nuevas.

Varios pájaros sonrieron ante esto, un par de gorriones y palomas mostraron grandes sonrisas y salieron corriendo siguiendo al Cuervo. Las grullas y las águilas, le siguieron en un andar más decidido y con expresiones que iban desde seguridad absoluta a temor y resignación.

La urraca llamó la atención de la paloma con un leve golpe al objeto, el cual hizo un sonido seco pero no desagradable. –Dime paloma, ¿tienes nombre? –Preguntó con suavidad. Y la menor solo inclinó la cabeza sin comprender la pregunta. –Ah, comprendo. Bien paloma, este es mi hogar. Mi nombre es Música. Y los pajaros que has visto son mi familia. –Guardó silencio unos instantes. –Dime paloma, ¿te gustaría aprender a tocar una canción?

La paloma continuaba sin comprender, por lo que abrió la boca con inseguridad, tragando zon fuerza al sentir la sed de su larga caminata. Sus pies picaban. –No sé... ¿Qué es nombre? ¿Qué es canción? ¿Que es esa... cosa? –Señaló al objeto. –¿Por qué habla? ¿Está vivo?
Una sonrisa se formó en el rostro de Música.

-Todas buenas preguntas. Ven pequeña, esta urraca te enseñará muchas cosas. Un nombre, es cómo se conoce a alguien. Mi nombre es Música... Y tú nombre... Sí... Tu nombre será Melodía. –La urraca sonrió, extendiendo una mano a la paloma. –Ven Melodía, tienes mucho que aprender. Luthier te ayudará a encontrar un buen instrumento.

La paloma, Melodía, le siguió con cautela, insegura y sin comprender del todo. Pero ya se había resignado a aquella vida confusa.

Era mejor que ser comida por los buitres. 

Overgrown City
Nota: No he podido encontrar al autor original de esta imagen. Si alguien conocimiento del autor original, por favor deje un comentario. Quisiera poder entregar el crédito dónde es merecido. Apoyémonos entre autores. Gracias. 

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