martes, 6 de octubre de 2015

Bibliografía: Clint Eastwood

El siguiente trabajo, el cual difiere enormemente del objetivo general de este blog, corresponde al trabajo práctico integrador de los conceptos abarcados en la cátedra de Fuentes y Servicios de la Información 2 de la Escuela de Bibliotecología y Documentación - Facultad de Filosofía y Humanidades, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

Esta bibliografía se encarga de recopilar la vida y obra del reconocido actor y personalidad Clint Eastwood, en sus diversos trabajos y manifestaciones.

Debido al formato del archivo y su tipo de diseño, se ha elegido mantener el mismo en un archivo de Google Drive para ser accedido sin inconvenientes. Espero que las diversas personas que tengan acceso a este trabajo puedan disfrutar del mismo, y a su vez compartirlo.

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lunes, 27 de julio de 2015

Endless Watch


“In a place where light does not reach, a palace of crystal rises.”
This is a myth everyone has heard, on way or another. 
A lost city, the peak of human society, which drowned into the depths of the abyss. The citadel of many names that has always been present in the minds and hearts of adventurers. No one knows what lies there. Many have looked for this fairytale. Some think of great treasure; others think only of making a name for themselves once by being the first to find it. 
Children’s daydreams. 
Many think of being the hero to give voice to and name to this legend. 
But the truth behind, is simple. 
The city does not want to be found. 
Or more accurately, the citizens of this palace, do not want to be disturbed.
They sleep, and they have guardians that watch over them. 
It all comes down to the mistakes of a Knight, the sadness of a sorcerer, and the promise of a second chance. 
The king, as many men of that position, was betrayed because of hunger for power. The knight, blinded by his love of his general, forgot of his promises to his liege. And the Sorcerer was unable to directly interfere, hindered by the nature of his gift. 
When the King fell, all hell broke loose. 
The wounded knight could only watch as the drama unfolded in front of him. The general and son to the king, corrupted by his hunger, finally committed the expected deed. Everyone was expecting it, except for those blinded by love. 
And even as the Old King closed his eyes, he had already forgiven his child. However, his knight could not easily forgive. And in what was a tragedy unfolding in three steps, the New King fell. 
Blood and tears were what remained in the throne room. And finally, when everything was said and done, only then did the Sorcerer took it upon himself to act. 

"The life that has left so unjustly can be saved. So in this, I command you, pitiful knight. Forever watch your master sleep, until the day comes that his soul shall return to you. Then, and only then, will the city awaken once more. But until that time comes, you must rend; slaugther and devour your enemies. 
There is no other choice, if you wish to atone for your sin."

And the knight, unable or perhaps unwilling to let go of the pain and guilt, accepted. 
He remains forever watchfull of the people of the palace. Guarding, like a vicious beast, the remains the glorious tomb on his people. Only in company with the other knights, under the watchful gaze of the sorcerer, he remains. The black knight of fairytale, waiting for his king's return. 
http://jmartinharris.photoshelter.com/image/I00003j_kz_FmsYI
J. Martin Harris Travel & Leisure Photography

Adiós al Viejo Mundo



Cuando el domo finalmente colapsó, lo único que Unid podía pensar era en lo tonta que había sido.
Recordaba aquél momento como un sueño. El brillo de las luces artificiales sobre su cabeza reflejándose cálidamente en los árboles y plantas del bosque artificial que unía varias viviendas dentro del domo mayor. Su madre se encontraba hablando con Nain, el joven oficial que se encontraba de visita desde el puesto de comando central. La hermana de Unid, Diena, se encontraba en la silla de ruedas contemplando con ojos vacíos el césped.
La voz de su progenitora le había taladrado el cerebro. Se encontraba en aquella etapa de su vida en la que todo cuando su madre dijese le provocaba rechazo y hasta una leve sensación de odio e incomodidad. Recordaba el ardor de las lágrimas contenidas mientras que cerraba los puños y apretaba los dientes, el peso de la mirada de Nain, el eco de un estruendo creciendo en sus oídos, y finalmente las palabras que habían escapado de su boca.

“En lugar de estar orgullosa de mí por ser tan buena cuidadora, ¿porqué no cuidas tú a tu hija?”

Oh, su madre se había horrorizado tanto ante la falta de respeto. Ante el reclamo su hija de 15 años que debía de cuidar de su hermana menor con deficiencias físicas y mentales. Todo esto frente a los ojos de un representante del Orden. Completamente irrespetuoso y avergonzante. Sin embargo Unid sentía que Nain comprendía, porque el mismo Orden había impuesto la existencia de personas como Diena en todas las familias. Una lección en... humildad.

O eso decían.

Su mejilla se había enrojecido por la bofetada que había recibido, y el rostro de la mayor estaba centelleante, completamente lleno de furia y humillación. Unid, había sentido cierta satisfacción ante esa expresión. Y aunque Diena vivía en otro mundo dentro de su propia mente, la joven pensaba que su hermana comprendía todo ello. Comprendía el peso que ambas compartían y que el adulto responsable evadía al alejarse de ellas.

Desde el interior de la vivienda Unid había escuchado los gritos de Tuel, hermana menor de su mejor amigo Druei. La manta que solía cubrir las piernas atrofiadas de la joven estaba en el suelo, y Tuel se impulsaba hacia afuera de manera furiosa, lágrimas impotentes en su rostro. A diferencia de Diena, Tuel era perfectamente consciente en todo momento del peso que le había tocado. Si había alguien que odiase más la “lección de humildad” que Unid, era ella.  Druei le seguía con paso tranquilo, su expresión casi neutra ante los berrinches de su hermana, y la joven solo podía sentir un poco de celos ante la compostura que el contrario mantenía.

Todos ellos se encontraban juntos cuando las luces artificiales se sacudieron de manera casi imperceptible. Un leve momento de oscurecimiento antes de regresar al brillo normal programado.
Pero Unid, con la cabeza en su propia situación y no en su entorno, sólo pensaba en escapar de la mirada de recriminación y de sus responsabilidades.
Antes de que se diese cuenta, se había echado a correr. La humillación de la censura de su madre, la mirada vacía de Diena, y los ojos huecos de Druei le habían dejado impactada e incapaz de procesar la situación. Y al correr, sus pies le habían llevado a internarse en el bosque artificial. En algún lugar de su mente, pensaba en que simplemente una noche lejos de casa le haría bien. Algo que le permitiese aclarar sus pensamientos sin tener que lidiar con el choque de personalidades en su hogar. Además de que sentía una extraña satisfacción al obligar a aquella mujer a hacerse cargo de su otra hija.

Nain le había seguido, y vagamente los gritos de Druei le habían seguido como el eco de un fantasma.
Pero fue en ese momento en el que la represa que administraba el flujo del río que alimentaba el bosque, se había roto. El agua comenzó a arrastrar todo a su paso, y debido a la estructura del lugar, la corriente llevaba al centro del domo. Las luces fallaban con cada vez más frecuencia hasta que sólo las bengalas de emergencia habían permanecido activadas. El eco de gritos y el murmullo de una gran corriente de agua retumbaban por todas las paredes del domo.
El oficial le había tomado de la mano, y ambos habían comenzado una loca carrera en la que buscaban refugio en uno de los puestos de avanzada cerca del centro de comando. Los pocos animales que habían sido creados y criados en aquél domo se movían completamente desorientados, y un cabrito comenzó a seguirlos, como si estuviese buscando refugio en las figuras humanas conocidas.

El techo del domo parecía resquebrajarse, provocando que una delgada lluvia comenzase a caer, lo que creó mayor pánico dentro de la cúpula.

Al llegar al refugio, el agua llegaba hasta la mitad de sus piernas y amenazaba con arrastrarles. Unid tomó al animal en brazos, y lo llevó casi sin pensarlo. Cerraron las compuertas con manotazos casi confusos, la mitad del refugio se encontraba inundado, y del otro lado el agua golpeaba las paredes. Un vidrio reforzado separaba parte de la estación de comando del lugar en el que ella y su acompañante se encontraban. En las cámaras, se veía como el agua arrasaba con todo, y cada vez más compuertas y segmentos del domo eran aislados para evitar una pérdida completa.

Aquella noche, Unid durmió presa de la culpa y la vergüenza. Nain no dijo nada en ningún momento, simplemente ofreciéndole algo de calor mientras el mundo que conocían de derrumbaba. 

Art by Carl Burton

domingo, 26 de julio de 2015

"Do you have any Regret?"





"Do you have any regret?" 
It's a funny question. Something that one avoids to think about, or that you think about too much. And this question did put me in a bit of a conundrum. 

Regret is such an ugly thing. A dead weight we carry on our shoulders like a burden. We cannot let it go because, in a way, it defines us. At some point, we start to look into everything we do while still thinking of the regret we might fear. Like a chain around our neck, we grow used to it. Until we finally even forget it's presence until it's time to make a decision. 

And when we finally are able to free ourselves of it, we can still recall it. Like a phantom limb. 

When I think of regrets, I think of this. Of the weight of past decisions and the hopelesness of not being able to change those things. The funny thing is, we always regret the most silly things.

"I wish I would have said something else."

"I shouldn't have done that."

"I wish I wouldn't have listened to that person."

Shouldn't and wouldn't, are always there. Like nails on a coffin for our heart. We fear, we feel remorse, we feel guilt, we regret. What a funny word that holds so many meanings. And yet, not any of the synonims will completely encompass what it actually means to a person.
There's even a little hate to it. 
We hate ourselves a little bit. 
For not being able to let go. 
For being "stupid". 
For "caring too much". 
For being "insensitive". 

What a sad little word. 

But I also think that things are not so bad. It might seem like a hopeless situation, and maybe it is. And yet, because I still live, I can make it better.
As long as I am alive, there are things I can change. 

Past has come and gone, and sometimes you'll find that "the ship has already set sail". That, cannot be changed. Regret will leave a wound. A small token of what was and will never be. A scar that will change your view on friendships, love, family, even the future at large. 
And here, we all must learn to let go of that weight. Change what you can change, and try to find happiness. 

Life is too short to feel regret. 

viernes, 24 de julio de 2015

Dollmaker



In a little town in the middle of nowhere, there used to be a great family of toymakers. Dolls with porcelain hands, soldiers with lead little rifles, small trains made of wood, animals made with the softest fabric, and lovely mobiles for the newborns. Little music boxes along with singing birds adorned the window of their store. And every day children and adults would visit them with new ideas to help them create new and wonderful toys.

The Grandfather would work on the fine mechanisms inside the toys hearts. Giving them ticking hearts that would flutter full of life and laughter. Grandmother dressed them with the prettiest fabric she could find, something acting as if she was taking suggestions from the toys themselves. Mother liked to pain their eyes, and sometimes she would take some pretty stones and use them to give them shiny accessories for the toys to wear. And the Father would go through great lengths to make the best bodies for the little toys. In porcelain or wood or lead, he would always spend entire days trying to create the best toy he could ever make.

I give them life so other children can laugh and grow full of hope”, he would say while ruffling his little boys hair.

The son, the little boy with a big smile a sharp mind and the hands of a tinker, would spend all his time trying to learn from his family. And his first toy, was a doll with the shape of a boy with hair blue as the see and eyes red as a ruby. He named his doll Serge”, much to the surprise of the family.

Where did you get such a name?” his mother asked, surprised and confused.

He said he liked that name.” The boy replied, much to the amusement of the adults in the room.

From that moment on, the boy never stopped helping and making dolls alongside his family, naming each with new and different names that raised eyebrows among the family and customers of the store. He even worked in a white rabbit dressed as a fine gentleman, holding a cane and a top hat.

This is Li Bai” he would say. And by that time, everyone would simply smile and nod, introducing themselves to the toys as if they were other people. Overall, it was a fun time for both family and township.

But then, as life spins and takes as much as it gives, and accident struck.

Accidental fire” whispered hushed voices around town. But at an even darker corner of the mind, “arson” was the word that chased the little boy ever since.

He didn't remember much from that night.

Only the sudden smell of smoke, the screams of his family trying to put off the fire before the roof caved in, and the laughter of a group of drunkards on the side of the street.

He lost everything that night, his family, his dreams, his voice, even his priced first doll. At the dawn of the next day, he walked through the wreckage in hopes of finding anything. The town folk remained silent, and the local police could only lock the culprits for one night. They were innocent of ill intent, merely drunken fools that would regret their actions for the rest of their lives.

But the little boy only looked at their faces. Memorized everything about them, and gave them no word of absolution. He disappeared, along with his dolls, and that family was forgotten. A nameless tragedy that only a few children remembered by hugging the toys that they had made for them.

But this little boy, this little dollmaker, did not forget.


And later, a long time later, he came back for revenge.


jueves, 23 de julio de 2015

Llamado del Mar



El sonido de las olas, era como un llamado susurrante que siempre le calmaba. Ese murmullo constante de movimiento, y el eco de las gaviotas cantar mientras sobrevolaban el acantilado, llenaban su pecho con una sensación de paz que no podía conseguir rodeada de otras personas. Había algo en aquél lugar en especial que le hacía sentir como en casa, pies descalzos enterrados en la arena, el cielo extendiéndose sobre su cabeza, y el mar cubriendo la inmensidad frente a sus ojos.

Siempre le había fascinado como aquél azul se extendía alrededor del mundo. Como el mar era de aquél color sólo porque reflejaba el cielo. El concepto de perderse en aquél completo azul no le asustaba, sino que al contrario, le hacía sentir parte de algo más basto y simple. Era una sensación opuesta a la que le provocaba el sonido blanco del movimiento de la ciudad. El estruendo de automóviles; bocinas; gritos; sirenas; etc., se propagaba por las paredes del callejón de su departamento, le daba deseos de taparse los oídos.

La ahogaban.

Qué irónico.

Dejó las sandalias en un tronco un tanto alejado, y soltando su cabello del rodete que lo sostenía, dejó que la brisa con aroma salado del mar invadiese sus sentidos. Sus pantalones de pescador color crema, dejaban sus tobillos expuestos, y su blusa negra de mangas largas le daban un poco de calor en medio de la brisa. Elevó la mirada, y se dejó caer de espaldas, observando con aire ausente el movimiento de las gaviotas sobre su cabeza. La pequeña playa se encontraba extrañamente vacía ese día. El cielo estaba parcialmente nublado, y a la distancia nubes grises amenazaban con una lluvia que llegaría pronto.

Un leve murmullo se le escapó, un tarareo sin sentido que usualmente repetía cuando se sentía particularmente cansada. Había trabajado hasta tarde en la clínica veterinaria, y aunque amaba los animales, necesitaba un poco de tiempo para sí misma. Cerró los ojos, y suspirando, continúo disfrutando el movimiento del aire y la calma que le causaba ese lugar. Sus oídos se llenaron de la resonancia familiar del mar, y eventualmente fue como si no hubiese nada en su mente. No había pensamientos, ni preocupaciones, ni la presión del tiempo y sus responsabilidades. Lentamente su canturreo fue apagándose, hasta que incluso el esfuerzo por emitir esa vibración era demasiado pesado para ella.

No pudo medir cuanto tiempo había transcurrido, pero vagamente tuvo la impresión de que se había quedado dormida. El cielo se había oscurecido un poco, y el viento ganaba fuerza con cada instante en las que esas nubes se acercaban a la costa. Se movió repentinamente, tomando asiento desorientada y llena de adrenalina. Se sentía observada. Su corazón se agitaba alocadamente en su pecho. Con ojos desorbitados y algo desenfocados tras la transición de la luz, se posaron en el mar, notando algo que se movía con la corriente.

La marea se agitaba con cada vez más fuerza, y era claro que una tormenta se acercaba. Pero aquello que había llamado su atención, no parecía tratarse de una balsa o basura flotando en medio de la nada. Sacudió sus cabellos cortos, y poniéndose de pie, caminó hasta la orilla, tratando de divisar que era aquello que flotaba a la deriva. Apretó los labios, preocupada. Tal vez era una tontería, pero aquello parecía una persona. Y no le agradaba para nada la noción de que se tratase de un cadáver.

Dudó unos instantes más, pensando en correr hasta el bolso a tomar su teléfono y llamar a la guardia costera. Pero la forma repentina en la que esa... persona se sacudió, le hizo saltar de sorpresa y temor.
Sin pensar mucho, entró al agua helada, moviendo los brazos y piernas en arcos perfectos de una persona que ama nadar. La adrenalina le ayudaba a moverse con más seguridad a pesar de que el océano parecía particularmente encaprichado en no dejar escapar a aquella persona. Ahora podía verle tratar de mantenerse a flote, un hombre que movía los brazos cansadamente.

Llegó a ella y la tomó por la cintura, tratando de llevarla a la orilla a pesar de que el agua le jugaba en contra. El hombre, parecía comprender sus intenciones a pesar de su desorientación, pataleaba para ayudarle. Era claro que por su peso, ella no podría llevar a ambos. Trabajaron conjuntamente, en la medida que se podía. Pero ella pudo admitir que sus ojos se llenaron de lágrimas aliviadas y sus manos temblaban cuando pudo sentir la arena bajo sus pies. Estaban a salvo.

Llevó al hombre todo lo que pudo, finalmente dejándolo caer de costado en la arena, movimiento que ella imitó al caer de rodillas. Jadeó con fuerza, tratando de que sus pulmones cansados trabajasen a pesar del frío y del cansancio. Miró de reojo al hombre, y lo encontró en posición fetal, tosiendo.
Con cautela, apoyó una mano en su espalda, frotando para que expulsase el líquido que llenaba sus pulmones.

-¿Estás bien? Pediré ayuda, solo mantén la calma. –Le dijo ella mientras que caminaba tambaleante hasta su bolso. Marcó el teléfono de la guardia costera y se acercó al hombre. Tratando de dar todos los datos posibles de su ubicación mientras que continuaba los movimientos de su mano en la espalda ajena. Su cabello era largo y negro, ahora lleno de arena y con algo que parecía sospechosamente un alga.

El hombre emitió un sonido, casi un gemido y vomitó una cantidad importante de agua salada. Rápidamente dejó el teléfono de lado concentrándose en el contrario. Vagamente entre la adrenalina y la histeria de la situación. notó la desnudez del contrario.

-Despacio. Despacio. La ayuda está en camino.- Dijo con la suavidad practicada de tiempo de trabajar con heridos. No había mucha diferencia entre la necesidad básica de afecto de un humano y la de un animal. –Eso es, despacio. ¿Puedes hablar? ¿Puedes decirme tu nombre? –Preguntó con suavidad, sin deseos de presionarle, pero con demasiadas preguntas en mente.

Entre la mar de cabellos negros, labios finos que jadeaban mostraron hileras de perfectos dientes blancos, un ojo color azulado le miró entrecerrado. Escuchó un susurro de: “No lo sé”, y el hombre cayó inconsciente.

Pasmada, y en pánico, sólo pudo pensar: “Pues... Rayos...”




miércoles, 22 de julio de 2015

Jardín de Música



La paloma se movió con cautela, gateando cuidadosamente por las rampas que conectaban los estratos más elevados de los nidos. El eco de algo que no podía identificar llenaba el aire, algo agradable que no sabía que era ni porqué llenaba sus ojos de agua.

Sus pies heridos envueltos en vendas, se movieron cuidadosamente entre las plantas que rodeaban los puentes. Varios nidos se encontraban conectados, y aunque no podía ver a ningún buitre, seguramente había trampas rodeando el lugar. Pero aún sabiendo del peligro al que se exponía, la pequeña siguió avanzando con aire decidido.

La noche anterior su nido había sido atacado por buitres, y ahora quedaba sólo ella. Sus opciones eran limitadas, y aunque no sentía pena por la perdida, se sentía algo cansada. Aquél sonido era agradable, y nunca antes lo había percibido. Su antiguo nido quedaba lejos.

Finalmente llegó a una pequeña rampa de madera que llevaba a pisos más elevados, y siguiendo el sonido avanzó con cautela. No había detectado trampas, por lo que no estaba segura de qué era lo que pasaba. Seguramente ese sonido sería una emboscada, sin embargo sus opciones eran limitadas.

En cuclillas avanzó hasta quedar bajo un hueco, y con su cuchillo en mano, se asomó para observar. La apertura era lo suficientemente amplia como para que un adulto entrase sin problemas y del otro lado se observaba una larga galería techada. En el suelo, con ojos cerrados y envuelta en harapos, se encontraba una urraca que abrazaba un objeto extraño.

La paloma frunció el ceño, sin comprender porqué una urraca acariciaría un objeto como si se tratase de su pichón. No obstante, aquél objeto parecía cantar con cada caricia de la urraca. ¿Qué era aquella cosa? ¿Estaba viva?

Distraída como se encontraba, no sintió la presencia detrás de ella hasta que fue muy tarde. Una mano tomó su muñeca, quitándole el cuchillo, y otra mano más fuerte le tomó por la nuca, reduciendo toda posibilidad de resistencia. Se quejó sin poder evitarlo, y el eco del objeto se detuvo, interrumpido tan abruptamente que sonó molesto.

-¿Visitas? –Llamó la urraca, su voz un tanto gastada por los años.

-Una paloma perdida. –Respondió una voz masculina que correspondía a las manos que ahora la sostenían. La paloma se quejó, sacudiéndose, pero aún así no dijo palabra. –Creo que tu canción la llamó.

-No seas cruel Luthier. Tráela. –Ordenó la urraca. Y la paloma se sintió arrastrada por el cuervo. La paloma había elegido el peor nido posible para aterrizar.

-Es una suerte que la encontré yo, y no alguno de los otros. Sabes que son sobreprotectores. –Comentó el cuervo con un suspiro. Dejó a la paloma caer frente a la urraca, y la pequeña miró a su contraparte con desconfianza.

-Dime pequeña, ¿qué te trajo hasta aquí? –Preguntó la urraca con mirada calma y sonrisa suave. La paloma desvió los ojos momentáneamente al objeto en las manos de la urraca, pero no dijo nada. La mayor, notó la mirada y sonrió, inclinó el objeto hacia la mejor y levemente dejó un pulgar acariciar uno de los cables del objeto. Un leve sonido invadió el aire, y la paloma abrió los ojos como platos. Se encontraba maravillada, pero no estaba inclinada a expresarse. –¿Será que te llamó la canción?

La paloma le observó sin comprender, frunciendo el ceño y mirándola con insistencia. Sus labios formaron una línea tensa y observó de reojo como otros pájaros llenaban la galería.

-¿Otro pájaro siguió la canción? –Preguntó una grulla que caminaba elegantemente. En su espalda colgaba un objeto similar al que estaba en las manos de la urraca. –¿No se trata de una de las palomas? ¿No fueron atacadas anoche?

-Los buitres arrasaron con todo. –Respondió un águila mientras alzaba los hombros. –Esta paloma voló lejos hasta llegar aquí.

-Arpegio, eso fue suficiente. Muestra consideración. –Dijo el Cuervo, quién caminó a la sala e hizo un gesto para que le siguiesen. –Hay buitres rondando, así que esta es una oportunidad perfecta para hacer cuerdas nuevas.

Varios pájaros sonrieron ante esto, un par de gorriones y palomas mostraron grandes sonrisas y salieron corriendo siguiendo al Cuervo. Las grullas y las águilas, le siguieron en un andar más decidido y con expresiones que iban desde seguridad absoluta a temor y resignación.

La urraca llamó la atención de la paloma con un leve golpe al objeto, el cual hizo un sonido seco pero no desagradable. –Dime paloma, ¿tienes nombre? –Preguntó con suavidad. Y la menor solo inclinó la cabeza sin comprender la pregunta. –Ah, comprendo. Bien paloma, este es mi hogar. Mi nombre es Música. Y los pajaros que has visto son mi familia. –Guardó silencio unos instantes. –Dime paloma, ¿te gustaría aprender a tocar una canción?

La paloma continuaba sin comprender, por lo que abrió la boca con inseguridad, tragando zon fuerza al sentir la sed de su larga caminata. Sus pies picaban. –No sé... ¿Qué es nombre? ¿Qué es canción? ¿Que es esa... cosa? –Señaló al objeto. –¿Por qué habla? ¿Está vivo?
Una sonrisa se formó en el rostro de Música.

-Todas buenas preguntas. Ven pequeña, esta urraca te enseñará muchas cosas. Un nombre, es cómo se conoce a alguien. Mi nombre es Música... Y tú nombre... Sí... Tu nombre será Melodía. –La urraca sonrió, extendiendo una mano a la paloma. –Ven Melodía, tienes mucho que aprender. Luthier te ayudará a encontrar un buen instrumento.

La paloma, Melodía, le siguió con cautela, insegura y sin comprender del todo. Pero ya se había resignado a aquella vida confusa.

Era mejor que ser comida por los buitres. 

Overgrown City
Nota: No he podido encontrar al autor original de esta imagen. Si alguien conocimiento del autor original, por favor deje un comentario. Quisiera poder entregar el crédito dónde es merecido. Apoyémonos entre autores. Gracias. 

lunes, 20 de julio de 2015

On Friendship



Friendship might be the greatest gift ever given to a person.

Family will stand by you no matter what. Because family comes from blood and there’s a sense of responsability that binds them. When everything else fails, family is there for you. Or at least, that’s how it’s supposed to be.

But friendship, it’s a gift that is given to a stranger. It holds a simple and yet deep meaning. To be a friend, means to trust, to know, to accept. It is a bond that ties the souls of many. It's what drives a person to do wonderful and insane things. And just like the person, every friendship is different.

A friend is the one that looks at you, and with just a glance, you know what they are thinking. It's the person that knows you so well that you can share an easy silence with no pressure or expectation, with whom you can be silly and feel no shame. It is that one person that tells you when you are making a mistake, the one that feels pain when you are hurt, the one that is there to pick up the pieces. The person that expects the same from you, and that will listen no matter what. 

That's the friend we all should aspire to be. 

Both men and women see friendships in different ways. There are a certain set of rules, a code, that each has to respect. These are the things that change and help a friendship evolve, but sometimes, it also can kill a friendship. A moral code is something that is not be fluid. So we find that what one person might believe is not necessarily the same as to what a friend holds in regard. And it is here where a friendship might break. Where people that once laughed and cried together, now scream and turn cold towards each other.

Friendship can be made of steel or be as frail as a flower. It takes a second to sow the seed, but it takes a lifetime to help it sprout and grow. And a flower can grow bitter, turn to weed and choke you with it's vines. At times, we find that instead of flowers, we were growing poison ivy.

So treasure your friends. Love them with all your heart, because you don’t know when they might be gone. You don’t know when life will take a turn and open roads that might take you away from them.

But also remember to love yourself first and foremost. Because some friends might not be the kind you need. And friendship, sadly, tends to blind us.

We are lonely creatures, we seek approval, affection and understanding. And sometimes we are willing to let many things slide for the sake of a friendship that makes us feel whole.


So treasure the friends you have. Love yourself. And learn to accept that not every friend you might make along the way, might be the best for you. 

To my Nerd Friends Out There


Licencia Creative Commons
On Friendship por Cassé, Paula Andrea se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Pequeña Sombra



Cuando un bebé apenas nace, es una alegría inmensurable en el corazón de sus padres y familia. Indistintamente de lo complicada de las circunstancias, sin importar que tan problemático y cansador sea, un niño trae alegría a la familia con sus risas llenas de felicidad. Amor, es el primer impulso que nace en el corazón de un ser humano normal al encontrarse con estas pequeñas criaturas que no distinguen entre lo bueno y lo malo. 

Pero hay ocasiones en las que estos bebés cambian, y en muchas ocasiones, nadie puede señalar con seguridad el motivo por el cual el infante ha cambiado de una forma tan drástica. 

Sucede que durante la noche, en la oscuridad que rodea las casas de estas familias, pequeñas sombras huelen algo que les llama. Estas pequeñas sombras, que a veces toman la forma de alguien conocido y querido por los niños, observan a los infantes durante largas noches. Buscan entre la oscuridad que rodea las cunas de los bebés, aquello que les llamó en primera instancia. Como si un hilo tirase de ellas hasta dónde se encuentra el bebé. 

Noches largas y solitarias pasan las pequeñas sombras observando, curiosas y emocionadas. Noches que se esconden bajo la cuna de los niños, esperando a que las luces se apaguen para asomarse nuevamente y observar con sus ojos escondidos en la oscuridad como los pequeños respiran con calma. 

Es por esto que algunos niños lloran. Confusos y asustados por las sombras que se mueven inquietas. Aquellas pequeñas entidades que buscan aprender y satisfacer su curiosidad con aquello que el niño muestra y siente. Muchos padres pueden atestiguar sobre el monstruo en el armario, aquél que desaparece cuando la luz se enciende. "El Hombre", la sombra que parece alguien familiar pero que instintivamente el niño sabe que no es alguien conocido. Pero estas formas, son solo el intento de la pequeña sombra de contactar con el niño. Y cada vez que el mismo retrocede en temor, la pequeña sombra siente decepción.

Cuando finalmente la pequeña sombra siente que su curiosidad está satisfecha, toma la decisión de actuar o no. De abandonar al niño a sus sueños, no encontrando aquello que buscaba en un principio y olvidando rápidamente de la existencia del humano. O quedarse. 

Si decide quedarse, subirá a la cuna, gateará por las mantas, y tomará su lugar sobre el pecho del bebé. 

Las pequeñas sombras buscan el cobijo dentro de los bebés. Toman aquello que les llama y se esconden en ese pecho mientras que el humano crece, madura y finalmente muere. Estas pequeñas sombras, son eternas compañeras en vida de aquellos bebés que tienen la cualidad que buscaban desde un principio. Sienten compañerismo, afinidad, como la risa de un potencial compañero de juegos. 

Y una vez la pequeña sombra decide quedarse, acompañará a la persona hasta sus últimos momentos. 

¿Y qué era lo que llamaba a estas sombras?

Pues la propia oscuridad en el corazón humano. 

Porque, como bien sabemos, los niños pueden ser muy crueles. 


Mimi no Kaidan - "The Woman Next Door" by Junji Ito


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Pequeña Sombra por Cassé, Paula Andrea se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Semilla


La creación, es como una semilla. Algo pequeño y contenido dentro de sí mismo hasta que finalmente se expande, rompe su cascarón y conoce el mundo más allá de los límites que le protegían antes de la concepción. 

Siguiendo estos conceptos, la evolución humana que se había encontrado estancada dentro de su propio mundo, ideó un nuevo método de crecimiento. La expansión a las estrellas era posible, pero los recursos necesarios y la ingenuidad requerida para completar tal empresa, superaba en creces el peso de la tarea. Fue en ese momento cuando se observó la posibilidad de expansión desde adentro hacia afuera. 

Como una flor, que lucha para poder nacer rompiendo las paredes de su semilla, para finalmente abrirse paso por la tierra hasta alcanzar los primeros rayos de sol. ¿Cómo sabe la flor en que dirección crecer? ¿Siente el calor del sol a través de las capaz de tierra?

Fue aquí, cuando la ingenuidad llevó a un concepto extraño e inusual. Algo que todos contemplamos alguna vez, pero que nunca tomamos con seriedad ya que sonaba a una locura que solo las manos de Dios podría moldear. Pero fue un hombre el que dijo: ¿Y si el mundo como lo conocemos, mirase hacia adentro? ¿Si nuestra evolución estuviese contenida como el capullo de un lirio de agua? ¿Y si creciésemos alrededor del sol, pero no girando en el universo, sino montados y conteniendo una estrella hasta su máxima evolución?

De esta forma, el universo ganó otra dimensión. Y aunque los preparativos llevaron milenios, y la prueba y error parecía no llevar a ningún lado. Eventualmente se pudo contemplar algo nuevo nacido de un sueño de locura. 

Las primeras colonias espaciales, se crearon alrededor de estrellas. Plataformas que se unían unas con otras, continentes nuevos que se erigieron entorno a estrellas recién nacidas, y que a distancia cuidadosa de estas fuerzas de luz, se alimentaban de aquella luz que daba vida. Nuevos mundos fueron creados. Semillas que encerraban calor estelar dentro de sí. 

La galaxia se expandió, y los seres humanos contemplaron como sus semillas envolvían a toda la galaxia. Encerrando mundos nuevos, y abriéndose a universos nuevos. Posibilidades infinitas. 

Y cuando una estrella moría, estas semillas colapsaban, los huevos se habrían y eran absorbidos por los agujeros negros. El humano migraba de semilla a semilla. Todo con tal de perpetuar su existencia. 

Había un gran simbolismo en la muerte de una estrella. Ya que la semilla colapsaba en sí misma, dejando atrás un hueco en el universo el cual contemplaba todo cuando la vida creaba. Y tal vez, al seguir estos portales, se llegaría a otro paso evolutivo. 

Pero esos eran experimentos que tardarían en llegar. 


sábado, 18 de julio de 2015

Carta a un país

Carta a nadie en particular, y a todos en especial

¿Es de extrañar que la violencia esté en aumento? ¿Es una sorpresa que los crímenes diarios se sientan cada vez más aberrantes y la gente se encuentre más aterrada? ¿Es una sorpresa que cada vez más gente se defienda con violencia y tome justicia por mano propia?

Vemos las noticias y nos encontramos con violaciones, asesinatos, robos, terrorismo, mentiras y calumnias. Encendemos la televisión, y por canal de aire nos encontramos mujeres desnudas (porque un conchero y brillantina en los pezones no cubre nada) bailando sensualmente con hombres mientras un público las critica por su cabello y el tamaño de sus senos. Del otro lado de la televisión, un niño de 5 años con remera de equipo de fútbol, observa de manera casi hipnotizada sin saber si es verdad o fantasía.

Ingresamos a Internet, entramos en alguna red social, y nos horrorizamos por el escándalo de una vedette en una cabina de avión. Los pilotos pierden su trabajo, la mujer tiene 5 minutos de fama, varias vidas se ponen en riesgo, la aerolínea tiene que pagar represalias por los errores humanos. Tenemos el tupé de ofendernos y quejarnos, sólo para una semana después olvidarnos.
Un fiscal comienza una investigación contra la presidente del país, y al poco tiempo comete suicidio. La causa, es desestimada. La familia pide justicia y los ciudadanos que deberían cuestionar lo oscura de la situación atacan a la familia, apuntando a pecados del fiscal.

Roban a una familia en repetidas ocasiones. El momento culmine de la violencia llega cuando asaltan a una familia entera, amenazan con matar a la mujer, golpean al padre, apuntan un arma a un bebé de 1 año, les quitan todo, y se van tras comer y beber la comida de la familia. No hay sospechosos, no hay culpables. Los que leen la noticia dicen con confianza: La policía esta metida.

La policía esta metida.
Y nadie hace nada.
Se culpan a los gobernadores, que la propia gente vota.
Se culpan a los policías, quienes deberían proteger a los ciudadanos.
Se culpan a los ladrones, quienes se defienden diciendo que no conocen otra forma de vida.
Se culpa a la clase media, porque todos son fachos encubiertos.
Se culpan a los hombres, porque son machistas hijos del patriarcado.
Se culpan a las feministas, porque son feminazis.
Culpa, culpa y culpa.
La realidad de argentina, es sencilla.
No es un país unido.
No somos un país unido.

Nos morimos de hambre, nos preocupamos por sobrevivir, no queremos que nos rompan las pelotas, no queremos saber nada con los problemas del mundo, no queremos saber nada con el sistema judicial de mierda, todos los que tienen cargo municipal o en el gobierno son inevitablemente corruptos.

Quejas, quejas y quejas.

¿Qué podemos hacer?
¿Estamos esperando a una revolución que nunca llega? ¿Estamos esperando a que a la señora presidente le disparen en un acto oficial, y sea transformada en un icono inmaculado como Perón o Evita? ¿Estamos esperando a que un mesías nos salve de los errores de todos los presidentes anteriores? ¿Estamos deseando olvidar los errores del pasado, solo para culpar a un recién llegado que prometía soluciones?

¿Qué estamos esperando?
La respuesta, tal vez es sencilla. No hay grandes significados, no hay grandes verdades, la realidad es una sola.
Este es un país dividido.
La sensación es de apoyo al gobierno, o un rechazo tan contundente que rayana el odio.

¿Qué necesitamos para sentirnos unidos?

¿Deseamos una guerra civil? ¿Esta violencia coronará con cacería de ladrones? ¿Linchamientos públicos? ¿Disparos y violencia de una guerra de guerrillas?

Tal vez sí.

Tal vez no.

Considero que no, pero esto es algo que solo el tiempo comprobará.

Es una pena. Una verdadera pena.

Este es un buen momento para preguntarnos: ¿Qué significa la bandera? ¿Qué significa el himno? ¿Qué significan los símbolos patrios?

¿Hay patria realmente?

¿O solamente existen equipos de fútbol masculino? 


Piénsenlo detenidamente. 

Angel de Venganza



La venganza no posee ojos humanos. Es un hueco que refleja el espacio infinito más allá del perdón y el pecado. Es el resultado del enfrentamiento y dolores pasados. Es aquello que muchos desean contemplar, buscando justicia propia, pero no siempre trae el consuelo que se busca.

Sus labios son una delgada línea. Una expresión severa que no da cabida a mentiras. Es honestidad cruda, y reprobación absoluta para las acciones del pasado. Es silencio cargado de significado.

Sus pisadas, no son humanas. Son cascos de animal. Son huellas sin herradura que dejan sus marcas en lo profundo de la tierra, pisando las cabezas de incontables enemigos. Son el galope alocado de una estampida, la cual no distingue entre amigo y enemigo, ni distingue a quien le invoca.

Sus rodillas son manos de esqueleto. La última plegaria de quienes sucumben a su paso. El agarre desesperado de quien ve su final en aquél hueco infinito que todo refleja y todo consume.

Su espada es su lanza. Es un doble filo eternamente manchado en sangre, capaz de devorar todo se cruce a su paso.

Su corazón, está cubierto de espinas. Expuesto en el peto de su armadura. Es un testimonio del dolor que le ha dado vida. La prueba de que no hay perdón posible para aquello que rechaza todo contacto, violento o gentil.

Su corona, es un atrapazueños de hilos rotos manchados de sangre. Esperanzas muertas e inocencia perdida.

Y sus alas, por siempre perderán sus plumas negras. Incapaz de volar, atrapado en la tierra destruyendo todo a su paso.

“La venganza no es buena, mata el alma y la envenena”, palabras que todos escuchamos alguna vez. Hay verdad en estas palabras, así como lo hay mentira. La venganza no trae paz, pero trae satisfacción. ¿Y quién puede juzgar sobre la venganza y justicia? ¿No fueron estas las palabras de un humano tratando de expiar su culpa?

Los ángeles tienen su credo.

Y el ángel de venganza, recorre por siempre esta tierra, cobrando las almas de aquellos que estan en falta.

Simikel, Angel of Vengeance
Simikel, Angel of Vengeance

Licencia Creative Commons

viernes, 17 de julio de 2015

The Man in The Desert



Sometimes I'm overcomed by the beauty of this world.
There are so many things I would like to see.
So many things I would like to do.
And so many things I would like to say.

I'm scared of what might come later.
At the moment of my death.
That inescapable reality which swallows me whole.
It terrifies me.

To disappear.
To be forgotten.
To come to an end and realise,
"I could have done so much.
But I didn't."

This world is a wonderful place.
Full of beauty.
Full of grief,
life and death.

Someday, it all will come to an end.
That's a truth we cannot escape.
So we have to make the most of it.
I don't want to disappear.

So please stranger in this desert of life.
Do not forget me.
Do not forget this beauty.

AFP PHOTO / DOMINIQUE FAGET



Voracidad





Suponía que esa era la mejor manera en la cual los eventos pudiesen haberse dado. No más muertes inocentes, ningún aparato legal que obstruyese la justicia, y ningún abogado reclamando sobre el estado mental del criminal. Dentro de todo, Joaquín solo podía suponer que ese era el mejor resultado posible.

Ahora, si tan sólo pudiese determinar que era lo que el sujeto le había inyectado, tal vez podría comprender porqué su cuerpo y su cabeza parecían divagar en sentidos opuestos.

El criminal, o mejor dicho el asesino, le observaba con curiosidad. Como si toda la situación fuese un experimento. Tal vez estaba esperando que el policía desvariase. O incluso que tuviese una reacción violenta a lo que sea que le inyectó. Era difícil de determinar. ¿Se estaría pavoneando de haber reducido a un policía? Joaquín, personalmente, no le interesaba mucho que pensamientos cruzasen por la cabeza del contrario. Por lo que simplemente se dedicó a analizar su propio cuerpo.

El sujeto le había atado a una silla de madera. Torso atado con cinturones y manos y piernas atadas con precintos de plástico. Le había quitado la camisa, por lo que se encontraba con el torso desnudo, y sin zapatos. La habitación se encontraba fría, por lo que la piel de gallina cubría sus brazos. 

-Qué curioso. –Comentó el criminal, pero el policía se había sumergido para sus adentros. Sus ojos vagando entre las lámparas que iluminaban pilas de papeles. Sus ojos se desenfocaron, y por un momento se sintió pequeño y perdido entre las montañas de papeles. Podía sentir algo moverse por debajo de su piel, como si insectos estuviesen buscando la forma de escapar de su cuerpo. Su pecho, parecía ahuecarse, como si un agujero negro que buscaba consumir todo a su paso se hubiese manifestado. ¿Qué le había inyectado?

El agujero negro en su pecho parecía absorber hasta la luz del ambiente. Su respiración se aceleró, el hueco parecía extenderse y esparcirse por su pecho. Sintió algo como hambre. Algo que le incitaba a llenar aquella oscuridad que se había abierto dentro de él. Pero no sabía que era lo que necesitaba, y no comprendía como ese pecho que debía estar lleno ahora se sentía tan vacío.

-Ah, ahí esta.- Continuó el eco de la voz del asesino. –Es extraño encontrar a alguien que resista mis venenos. –Comentó en un sonido sibilante, el eco de sus pasos acercarse retumbaron en los oídos del policía. –El veneno debería inducir una taquicardia... Creo que guardaré tu corazón como recuerdo.

El mundo se llenó de oscuridad, pero los ojos de Joaquín seguían posados en las lámparas que brillaban perezosamente.-Si me tocas te devorarán. –Dijo en un hilo de voz. Una advertencia vacía. Pero sentía que debía de prevenir al contrario sobre aquellos insectos que se movían bajo su piel. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro. Apretaba los dientes de manera casi compulsiva. –No tengo corazón. Solo un hoyo negro.

No había sentido en sus pensamientos, ni siquiera sus delirios parecían contener una pizca de coherencia. Pero era usual que el delirio no tuviese sentido. Eran sueños despiertos, solo coherentes dentro de sí mismos. ¿Era esa la sensación de la muerte?

No... El ya conocía muy de cerca la muerte. Y esa sensación tan artificial y hueca, no era lo que conocía.

El filo del bisturí sobre su esternón, apenas fue registrado en sus sentidos. Solo el calor de la sangre que manaba y que ahora manchada sus pantalones parecía tener prioridad. Quiso sacudirse, pero la sensación de choque de cuchilla sobre hueso le detuvo. Ahora comprendía porque las otras víctimas estaban tan mutiladas. Este asesino no tenía el mínimo de delicadeza en preservar los cuerpos.

-¿Pero qué...? –El murmullo de curiosidad y alarma del contrario le hizo reír, y elevando la cabeza miró como las manos enguantadas manchadas de espesa y oscura sangre temblaban.

-Hoy no fue tu día de suerte. –Dijo el policía, moviéndose con total naturaleza. Liberándose ante los ojos anonadados del criminal, y empujándolo al suelo. La cuchilla, trazó un arco por los aires, manchando las pilas de papeles. -¿Realmente pensabas que te dejaría tomar mi corazón? ¿Tienes idea del precio que tuve que pagar por él?

De pie, con las pupilas dilatadas y con la apertura en el pecho lentamente cerrándose, Joaquín miró al sujeto quien parecía estar congelado de la impresión. Sus pies descalzos avanzaron lentamente sobre el hombre, quien retrocedía como animal asustado por la alfombra. ¿Dónde había quedado su valentía?

-No es divertido estar del otro lado, ¿no? –Preguntó sin esperar respuesta. Provocando que el criminal se espabilase. Le miraba con ojos calculadores, y parecía tratar de explicarse a sí mismo la situación. –Podríamos jugar un juego. –Dijo Joaquín, sonrisa divertida en su rostro. –Podrías correr. Y yo atraparte. Pero esa no fue una opción que le dieses a tus víctimas. -Dijo contemplativo. -No, sin duda un castigo rápido es lo mejor.

El criminal parecía negarse a la incoherencia de la situación. Con un movimiento silencioso, se movió rapidez y fuerza, buscando reducir al policía. El sonido de los cuerpos chocar llenó la sala. Joaquín solo dejó escapar una carcajada que había perdido sus tintes de humanidad. 

Rodaron por el suelo, tirando las pilas de papel, una lámpara cayó rompiéndose, y en la penumbra, el policía alzó el bisturí.

El agujero negro en su pecho, escondido bajo su piel, seguía latiendo. 

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